sábado, 18 de septiembre de 2010

Los grillos y el aborto. Ojos que no ven...

Hace unos días se realizó en mi querida ciudad de Cáceres una exposición donde aparecía un cuadro pintado en lienzo y “adornado” con grillos pegados con silicona. Como quiera que el autor (me imagino que será uno de ésos que necesitan llamar la atención por cualquier cosa ya que con la calidad de su “arte” no lo consigue) tenía la obra recién terminadita, y como quiera que la habría realizado más rápido que lo que tarda en persignarse un cura loco, los grillos aún seguían vivos y, por tal motivo, esta visión provocó el rechazo de gran número de personas.



Alarmada, la Sociedad Zoológica de Extremadura pidió a la Junta que tomara cartas en el asunto, y ésta, a su vez, instó al SEPRONA (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) a que investigara el caso por si pudiera existir delito de maltrato animal, y, por ello y de acuerdo con la ley 5/2002 de protección de animales de la Comunidad Autónoma, llegar a endosarles una multa tanto a la sala de la exposición como al autor de hasta 15.000 €.

La verdad es que no he seguido el tema hasta el final y no sé muy bien cómo ha quedado el asunto. Tampoco esto me ha llevado a plantearme dudas sobre cómo es el sufrimiento de un grillo, sobre si su sistema nervioso puede hacerle sentir dolores como los de los mamíferos… no sé, quizás eso me hubiera llevado a la conclusión de que no debo usar más el matamoscas… o a renegar de mi infancia porque hacía peleas de “hormigas cabezonas” o le quitaba las alas a una mosca para que paseara por todos los países del mundo reflejados en mi atlas.

No, he preferido no pensar en los pobres grillos porque hay algo que me supera día a día y que rebota en mi conciencia impidiendo concentrarme en muchas otras desgracias; incluida la de los pobres grillos. Sí, está claro que la imagen de este cuadro con insectos agonizantes es desagradable a los ojos “buenistas” y ecologistas de nuestra sociedad moderna, lo entiendo; sin embargo, no hay ojos para ver los cadáveres de cientos de miles de niños sacados del vientre materno y asesinados a sangre fría… ahí, muy cerca de nuestras casas, en unas clínicas cuyo negocio va viento en popa y a quien seguramente la crisis no les estará afectando. Y claro, es que (disculpadme la crudeza de la imagen) ojos que no ven…

viernes, 3 de septiembre de 2010

Pieles delicadas


En mi tierra se suele decir -aunque literalmente de una forma bastante más soez- algo así como que el que es menos aseado es, encima, el más escrupuloso. Pues eso es lo que sucede hoy en día en las zonas del mundo donde menos respeto se tiene por los derechos de las personas e instituciones de cualquier tipo, desde sociales hasta religiosas. Son, como me gusta llamarles, gentes de piel fina.

Fijémonos, por ejemplo, como en Cataluña, una región donde se impide el ejercicio de derechos fundamentales tales como el poder expresarte, rotular o estudiar en tu propia lengua materna que es a la vez lengua oficial del Estado; o ultrajes a la bandera nacional; o intentos de impedir el normal desarrollo festivo y cultural con la prohibición de las corridas de toros, etc., etc.; por contra, se sienten ofendidos sin razón por una serie de nimiedades que pasarían desapercibidas en cualquier lugar normal del planeta, pero que parece ser que allí, pueden afectar al nervio óptico de ese grupo de separatistas tan cercanos a los más graves postulados racistas.

Me estoy refiriendo, en este momento, a los “defectillos” que traía consigo el nuevo fichaje estrella del F.C. Barcelona: el asturiano David Villa, y que han conseguido subsanar para no ofender a estos “patriotas catalanes”.

Uno de ellos era que el “guaje” (como así se conoce a este futbolista por su citada ascendencia astur) tenía la “manía” de celebrar los goles con una especie de brindis o pase torero y, claro, en seguida le advirtieron que eso no estaba bien visto en “su Catalunya”; porque ellos son antitaurinos, (léase, para entendernos, anti - todo lo que les suene a español).

Y otro (éste mucho más grave) era que el nuevo delantero del Barça llevaba, nada más y nada menos, que unas mini-banderas de España en sus botas… vamos, algo así como presentarse con un crucifijo de tamaño natural en los aposentos del conde Drácula. ¡Vade retro!

La pena es que ante tan graves afrentas a la “nación catalana”, a Villa no le ha quedado más remedio que pasar por el aro si quiere continuar perteneciendo al mejor equipo actual de fútbol del mundo y cobrar esas cifras astronómicas que imagino que cobra. Lo seguirán amaestrando poco a poco, ya veréis, seguro que en breve dirá sus primeras palabras en catalán:

"V i s c a C a t a l u n y a l l i u r e"

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Sin olvidarme del Barça, paso ahora a comentar también sobre la fina piel que tienen los pueblos islámicos, ésos que exigen su derecho a poder construir una mezquita incluso en la misma zona cero de Nueva York; pero que luego prohíben, no ya la construcción de cualquier lugar de culto, sino cualquier tipo de manifestación religiosa no islámica en sus países bajo penas, “algo más graves” que una simple sanción económica, por así decirlo.

En este sentido, se puede ver cómo ha tenido que modificar su escudo el citado club catalán para poder vender sus productos de marketing.

Y ¿por qué? Pues porque en el original aparece una cruz, la cruz de San Jorge, distintivo de la Ciudad Condal y eso ofende a los delicados ojos de los fieles de Alá.

Y lo último (por hoy)… En el actual campeonato mundial de baloncesto que se está celebrando en Turquía, estos doctores en intransigencia y semilleros de terroristas, han obligado a las famosas “cheerleaders” a cambiar de vestuario porque con esa imagen “ofendían al Islam”, ya que sus faldas y pantalones eran demasiado cortos. Ahora, eso sí, en algunas de sus zonas, la imagen de una mujer lapidada no ofende ni al Islam, ni a Alá, ni a su profeta Mahoma.


“Salam aleikum”.