sábado, 26 de mayo de 2012

Cumplir y hacer cumplir


En mi infancia, un profesor me comentó una vez que había unas diferencias importantes entre el españolito de a pie y el “useño” (como diría D. Pío Moa) en cuanto a la convivencia, gracias a ser ellos una democracia de 200 años de antigüedad y, por ende, ser el país más desarrollado… y me ponía un ejemplo: Si nuestro paisano pasaba por debajo de un balcón donde le manchaban el traje con el agua del riego de las macetas, miraría hacia arriba soltando todo tipo de improperios y blasfemando en hebreo… tras lo cual, continuaría su camino con el consiguiente cabreo. El americano, al contrario, giraría la vista hacia lo alto, daría los buenos días con una sonrisa y le comentaría al infractor que su abogado le mandaría la factura del tinte más el importe de la indemnización por las molestias y perjuicios que iba a sufrir… y continuaría su camino tranquilamente.


Es cierto que todo esto es una exageración, pero encierra un cierto sentido si se toma en la medida correcta. Y lo digo porque, antes, durante y después, del “aquelarre” de ayer de la final de la Copa del Rey donde aficionados del F.C. Barcelona y el Athlétic del Bilbao, luciendo todo tipo de enseñas antiespañolas, pitaron estruendosamente los brevísimos acordes del Himno Nacional y la entrada del Príncipe Heredero; se han realizado múltiples comentarios.


Desde las declaraciones de Dª Esperanza Aguirre diciendo que había que suspender el partido o realizarlo a puerta cerrada, hasta quien pedía que sonaran también los himnos vasco y catalán. Y es que no, Sra. Aguirre, su idea no me cuadra porque nunca estuve a favor de actuaciones preventivas, tan peregrinas que, llevándolo al extremo, podrían –por ejemplo- prohibirme sacar el coche hoy porque el jefecillo de turno pudiera pensar que podría saltarme un semáforo en rojo (véase la entrada en este mismo blog titulada El "precrimen" (de ZP a Rajoy)). Ni tampoco me cuadran otras medidas que, a voz en grito, han pedido muchos patriotas bienintencionados. No, señores, no seamos como el paisano al que le manchan el traje; actuemos como el americano de la sonrisa.


Simplemente hay que leer nuestro código penal y aplicarlo justamente:


Artículo 490: El que calumniare o injuriare (…) al Príncipe heredero de la Corona, en el ejercicio de sus funciones o con motivo u ocasión de éstas, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años si la calumnia o injuria fueran graves, y con la de multa de seis a doce meses si no lo son


Artículo 543: Las ofensas o ultrajes de palabra, por escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas, efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de multa de siete a doce meses.


Y como, aun siendo un lego en materia legal, imagino que estas penas de prisión no suelen conllevar ingresos en centros penitenciarios pero sí llevan incluidas sanciones económicas; pues que se le apliquen estos “regalitos económicos" a los infractores.


Y no me vale aquello del símil futbolístico de los agarrones en los “corners”, de que si se pitaran todos se tendrían que sancionar cientos de “pentalties” en cada partido. No señor, si se pitaran las penas máximas lo que dejaría de haber serían agarrones en el área. Quiero decir, si pasado mañana, lunes, por ejemplo, algunos de lo que pitaron al Himno y/o al Príncipe Heredero ayer en el Calderón (identificados por los Fuerzas del Orden que allí había o las cámaras de televisión) recibieran una nota en su casa del Juzgado con el aviso de la sanción… en la próxima final la mayoría, no es que no abuchearían el himno, sino que estarían firmes en la primera posición del saludo marcial o con la mano diestra en el pecho a la altura del corazón.


Porque es que, señores políticos, ustedes están en su cargo para CUMPLIR y HACER CUMPLIR las leyes, no para soltar improperios o hacer como si no nos hubieran manchado el traje.

sábado, 12 de mayo de 2012

El alcalde del PP propone a Felipe González como hijo predilecto de Sevilla


Parafraseo -perdón por la autocita- lo que escribía hace algún tiempo aquí sobre la desvergüenza del Presidente y Vicepresidente socialistas de los años 80:

"Hubo una vez un gobierno de un país que “consiguió” que el 25% de las personas en edad de trabajar estuvieran en el paro. Un Gobierno en el que su Ministro del Interior y su principal ayudante, el Secretario de Estado para la Seguridad (encargados principales en mantener el cumplimiento de la ley y el orden público) acabaron en la cárcel por secuestro y malversación de caudales públicos. Un Gobierno en el que la persona encargada de cuidar las arcas del Estado, el Gobernador del Banco de España, que era, por su cargo, quien firmaba los billetes de curso legal, terminó también en la cárcel por defraudar a la Hacienda del país. Un Gobierno en el que el Director General de una de las principales Fuerzas de Orden Público, la Guardia Civil, fue a parar también entre barrotes por robar de los fondos de ese Organismo, incluso de los destinados para el cuidado y futuro de los huérfanos de los miembros de este sufrido cuerpo. Un Gobierno en el que el Vicepresidente le tenía puesto un despacho oficial a su hermano para que en él, y con su consentimiento, cometiera los delitos de cohecho, fraude fiscal, tráfico de influencias, prevaricación, malversación de fondos y usurpación de funciones. Y un Gobierno que para conseguir cometer o permitir que se cometieran éstos y muchos otros delitos de toda índole sin pagar escasas o nulas penas de cárcel, modificó leyes, como la que regulaba los nombramientos del Consejo General del Poder Judicial, a fin de controlar este poder. Y un Gobierno que, para cometer o dejar cometer a sus amigos toda esta serie de ilegalidades sin que la opinión pública se enterara o lo hiciera de una forma debidamente edulcorada, sometió bajo su yugo a los Medios de Comunicación realizando solamente pactos de “conchabeo” con el Grupo PRISA a fin de que fueran el altavoz-tapadera de todos sus actos."

Y sigo ahora: Ese Gobierno además era quien ninguneaba a la derecha en la Oposición y quien pisoteba los derechos de sus electores enchufando sólo a los adeptos a su régimen.

Pues bien, ahora resulta que el alcalde del PP propone a Felipe González como hijo predilecto de Sevilla

Y lo que me jode de esto no es que este personaje sea lo que sea en Sevilla, es que me tomen por un amnésico gilipollas.