Se suele decir que es en
los fracasos en donde más se aprende, mucho más que en los éxitos… y no
necesaria y desgraciadamente suele ser así. De los fracasos se aprende si uno
toma conciencia de qué parte de culpa ha tenido él en ese fracaso; y es
condición humana, muchas veces, mirar a cualquier otro aspecto antes que a la
intervención de uno mismo. Si alguien abre un negocio y no funciona, la culpa
la tendrá la crisis, la mentalidad cerrada de la gente del lugar, la
competencia desleal, el calentamiento global o la prima de riesgo. Da igual, el
hecho será no reconocer nuestros fallos en previsiones, planteamientos de
negocio, política de precios, márketing, horario, etc., etc.
Y es cierto que en ocasiones el 95% del fracaso
puede deberse a causas excepcionales externas imprevisibles; pero aún así, en
ese caso, en donde deberíamos fijar nuestra atención debería ser en ese 5% de
nuestra intervención; eso es lo que depende de nosotros y donde debemos
centrarnos para no repetirlo en próximas empresas.
Viene esto a cuenta por un
magnífico artículo publicado en “facebook” por mi amigo Óliver Fernández Avellaneda titulado Esto lo hemos roto entre todos.org donde explica cómo todos hemos tenido buena culpa en llegar a la
situación económica desastrosa en la que estamos. Sin embargo y a pesar de eso,
nuestras miradas acusadoras se dirigen a los mercados, a los bancos, a la CEE,
al euro o a los políticos y su derroche. Y es en este último punto donde quiero
yo centrarme un poco:
Ahora, está en boca de
todos los ciudadanos esa expresión de que no se puede gastar más de lo que se
ingresa (yo creo más bien que lo que no se puede es gastar más de lo que se sea
capaz de pagar en tiempo y forma –si no, casi nadie tendría una casa y pocos
tendrían un coche-) y que los políticos han dilapidado el dinero gastando más
de lo que entraba en las arcas públicas y que por eso, ahora nuestro estado del
bienestar está en franca decadencia.
Bien, no voy a negar esa
apreciación que ha quedado suficientemente constatada; ahora bien, yo me
pregunto: Si el candidato a alcalde de nuestro pueblo no hubiera abierto un
parque magnífico, un pabellón polideportivo de última generación, un campo de
fútbol de césped artificial, unas aceras de baldosas casi artísticas, unas
farolas sicodélicas en el flamante paseo fluvial y no hubiera traído a “Estopa”
y a David Bustamante para las Fiestas…¿hubiera ganado las elecciones? Si, por
el contrario, su discurso hubiera sido de austeridad, de hacer saber al pueblo
que no hay ingresos suficientes para tener esas instalaciones que sí puede
tener una capital y que se tienen que conformar con la música de “Los
Insuperables” (orquesta de verbenas de la zona) en los festejos municipales…¿le
habrían votado mayoritariamente?
Y si el Presidente
autonómico de turno hubiera proclamado a los cuatro vientos que su comunidad no
tiene capacidad económica suficiente para que llegue el AVE, ni para tener en
funcionamiento ningún aeropuerto, ni
para autovías autonómicas, ni para subvenciones a energías alternativas, ni para
eventos culturales de primer orden, ni para
equipos profesionales deportivos para que puedan militar en categorías
nacionales de primer nivel, ni para cientos de cosas dadas que han llenado más
el “ojo que la calabaza” del votante…¿hubiera sido elegido?
Quizás ése sea el 5% o el
10% (o quizás mucho más) del porcentaje nuestro como ciudadanos con derecho al
voto del fracaso por el despilfarro público que se ha tenido en los últimos años y
que, seguro, ha influido muy notablemente en que hayamos llegado a la situación de crisis
insoportable que estamos sufriendo. Por ello, es este aspecto el que entiendo
que deberíamos mirar para no volver a caer en el error; y me atrevo a vaticinar
que algo sí miraremos en las próximas elecciones…¡a la fuerza ahorcan!
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