En los momentos más
difíciles para un sector, bien por motivos particulares de él o bien por
motivos generales, como puede ser la crisis que atravesamos, cualquier empresa
necesita ser más competitiva. Se reduce
el pastel y sólo por eso su trozo en el mismo, sin hacer nada, también se
reduce. Por otro lado, su competencia, que
necesariamente ve perder también parte
de su negocio, se vuelve más agresiva e
intenta recuperar lo que pierde al bajar
el tamaño de la tarta quitándoselo a otras.
Ante esto, además de intentar ser
más competitivos trabajando más, la clave reside siempre (y lamentablemente en
muchos aspectos) en reducir gastos. Si quiero quitar negocio a mi competencia
para, al menos, mantener mi rentabilidad, tengo que vender más y para ello
tengo que ser más barato y necesariamente tendré que reducir costes, tanto
externos como internos.
El método más eficaz para
reducir gasto ha demostrado muchos veces ser el de las fusiones. Dos, tres o más
empresas se funden en una sola y así eliminan partidas que estarían duplicadas o
triplicadas si siguieran. Sólo necesitarán un director comercial, un único
director financiero, un director de recursos humanos, etc. etc. Además,
bien es sabido que hay departamentos en cualquier empresa en los que si tienes,
por ejemplo, dos trabajadores, no pueden con toda la labor, pero si están tres,
le sobra tiempo. Es decir, hay trabajo, pongamos que para 2,5 trabajadores pero
te obliga a tener 3. Al fusionarse empresas optimizan muy importantemente este
apartado relacionado con el personal necesario.
También es sobradamente conocido que los
costes en compras se reducen en las fusiones, al poder hacer pedidos mayores a
un proveedor. Sólo tienes que probar a comprar, por ejemplo, uno o cinco coches
en un concesionario. ¿Cuánto paga más el que sólo compra uno en relación con el
que compra cinco?
Por ese motivo, los bancos,
las compañías de seguros, las empresas de supermercados de alimentación, etc.,
etc., etc. han ido fusionándose a lo largo de los últimos años. Hay quien recordará al Banco de Vizcaya, al Banco
Atlántico, al Banco Exterior de España, al Banco Hispanoamericano, etc. etc. En
la actualidad, han quedado en competencia importante dos de ellos, el Banco de
Santander y el BBVA, y algún otro que resiste como Banco Popular. Era
necesario, también para que éstos puedan competir en el exterior. Sin embargo,
¿por qué no se fusionaron al mismo tiempo las Cajas de Ahorro? Pues sencillo,
porque no había unos accionistas que exigieran beneficios y porque el hecho
supondría la eliminación de cargos directivos con suculentos sueldos que
perderían los políticos y amigos colocados en esos cargos. Ahora, últimamente, no les está quedando más remedio para no desaparecer que realizar estas uniones que han
llamado “fusiones frías” porque, en realidad, son maquillajes de unas verdaderas donde aún se
mantienen muchas mamandurrias. Los políticos y sus amigos en altos cargos rehúyen
de esta acción como un gato de entrar en la bañera; pero, al final, no les ha
quedado (o quedará próximamente) otra que pasar por el aro.
Pues bien, tras quedar
hartamente demostrado que en estos momentos lo ideal es unirse por aquello de
que “la unión hace la fuerza”, en nuestro querido país de lo que se trata es de
lo contrario: desunirse aún más de lo que ya estamos. Las fuerzas centrífugas
autonomistas más débiles por un lado y las separatistas mucho más fuertes por
otro hacen imposible que el carro vaya hacia adelante, dividiendo todos los
esfuerzos al tirar cada uno hacia un sitio distinto (el que le viene egoístamente bien a
él) y en momentos diferentes. Sólo un ejemplo: si nuestro sistema de sanidad
tiene que comprar insulina para nuestros diabéticos ¿qué hace? Pues comprar por
separado y en momentos distintos 17 partidas… ¿cuánto nos ahorraríamos si hiciésemos
un único pedido?
Pero claro, eso significaría “alejar la administración” del ciudadano, dirían los
pro-autonomistas (y cosas mucho peores los separatistas) pero…¿es que nadie ha visto la inmensa red de sucursales que
tiene el Santander o el BBVA?
Por todo ello, la centralización de
muchas competencias en España es claramente necesaria para la salida de la crisis, el desarrollo del país y el mantenimiento
de la parte de estado del bienestar que nos está quedando pero, conociendo a
nuestros políticos y a sus votantes, me temo que sólo se actuará cuando el agua nos llegue
al cuello ¿podremos entonces resurgir o ya será tarde y nos ahogaremos?
País de antónimos. Tú dices fusión y otro entiende fisión.
ResponderEliminarAsí es Carlos. Sólo que la fisión de nuestro país no se producirá en el núcleo del átomo sino en los electrones que lo circundan. El fin, de todas formas, será el mismo.
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