Desde que internet se popularizó en los hogares españoles, los artistas musicales (generalmente no los de mayor éxito del momento) pusieron el grito en el cielo por las descargas de canciones y, por tanto, según ellos, la menor venta de discos.
Esto llevó incluso a que hace unos meses, unas trescientas personas (entre las que se encontraban una serie de artistas famosos) se manifestaran delante del Ministerio de Industria para pedir que se prohíban estas descargas “peer to peer” (de usuario a usuario) de archivos musicales. Según indicaron, este uso está acabando con el empleo de mucha gente que trabaja en este sector, y estamos educando a nuestros hijos con la idea de que “la música no se paga, y se debe pagar como se paga todo”.(1)
En principio, puede tratarse de un tema “discutible”, pero lo que no me parece en ninguna medida correcto es que utilicen el chantaje de la destrucción de empleo como base argumental para, aprovechando el momento económico que vivimos, intentar llegar al “sentimentalismo popular”.
Señores músicos, los tiempos cambian, la ciencia avanza, las nuevas tecnologías cada vez tienen más utilidades y están más al alcance de todos; eso, puede provocar que se pierdan empleos en algunos sectores, pero ganarán otros y, sea como fuere, cada cual se tendrá que acomodar a los tiempos que corren. Recuerden los ejemplos de la minería del carbón, los artesanos de la madera o forja, los zapateros remendones o ahora mismo el periodismo “a papel”. Muchas personas tuvieron que dejar su trabajo en su taller, fábrica o mina y dedicarse a vender teléfonos móviles, pantallas de plasma o abrir restaurantes de comida rápida.
Quizás ahora ya no sean necesarias tiendas de venta de CDs, ni personas que dentro de las discográficas se dediquen a reproducir copias de discos, ni… no lo sé, es su problema (como en mi sector tenemos los nuestros) y deben adaptarse o quizás desaparecer (al menos como hasta ahora se conocían).
Es lo que tiene el libre mercado…
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